sábado, 18 de septiembre de 2010

Collage Glosolaliopatafísicoesotéricoparanoicocrítico.


 


La totalidad irisada de nueve cabezas transgredidas polifónicamente

Manojo de globos opiáceos atravesando el diamante sexual de sí mismo.

Gabo marketing sodomizado por los quesos de sus gusanos


Las Letras Naciendo debajo de Las Farolas


Rostro ninforoso abismado por escaleras hacia el jardín de entelequias.


El Gran Vacío en tu ojo de Cíclope.



Un saxofonista visceralmente Dadá.


El Profeta de la Urbe
 


Boca Devorando Notas


Ojos urularios en el festín cisticircense.

Señor cigarrete consumido por el humo de un anagrama del averno


El Mantra del No


Automatismos que incendian los goznes del Yo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Al Lector / Charles Baudelaire

Afanan nuestras almas, nuestros cuerpos socavan
La mezquindad, la culpa, la estulticia, el error,
Y, como los mendigos alimentan sus piojos,
Nuestros remordimientos, complacientes nutrimos.

Tercos en los pecados, laxos en los propósitos,
Con creces nos hacemos pagar lo confesado
Y tornamos alegres al lodoso camino
Creyendo, en viles lágrimas, enjugar nuestras faltas.

En la almohada del mal, es Satán Trimegisto
Quien con paciencia acuna nuestro arrobado espíritu
y el precioso metal de nuestra voluntad,
Íntrego se evapora por obra de ese alquímico.

¡El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!
A los objetos sórdidos les hallamos encanto
E, impávidos, rodeados de tinieblas hediondas,
Bajamos hacia el Orco un diario escalón.

Igual al disoluto que besa y mordisquea
El lacerado seno de una vieja ramera,
Si una ocasión se ofrece de placer clandestino
La exprimimos a fondo como seca naranja.

Denso y hormigueante, como un millón de helmintos,
Un pueblo de demonios danza en nuestras cabezas
Y, cuando respiramos, la Muerte, en los pulmones
Desciende, río invisible, con apagado llanto.

Si el veneno, el puñal, el incendio, el estupro,
No adornaron aún con sus raros dibujos
El banal cañamazo de nuestra pobre suerte,
Es porque nuestro espíritu no fue bastante osado.

Mas, entre los chacales, las panteras, los linces,
Los simios, las serpientes, escorpiones y buitres,
Los aulladores monstruos, silbantes y rampantes,
En la, de nuestros vicios, infernal mezcolanza

¡Hay uno más malvado, más lóbrego e inmundo!
Sin que haga feas muecas ni lance toscos gritos
Convertiría, con gusto, a la tierra en escombro
Y, en medio de un bostezo, devoraría al Orbe;

¡Es el Tedio! -Anegado de un llanto involuntario,
Imagina cadalsos, mientras fuma su yerba.
Lector, tu bien conoces al delicado monstruo,
-¡Hipócrita lector -mi prójimo-, mi hermano!

jueves, 2 de septiembre de 2010

Juegos Literarios de la NO Sesión Videntes del Verbo/31 de Agosto 2010


Gato J. de boca sangrante en el sexo de una planta verde

Efluvios necrománticos del Señor Underground

Esbozo de metahumano ávido de versos filosos

Señorita Maldoror con el rostro iluminado por las dentelladas del tiburón hembra

Crisalización de un funambulista pájaro-profeta

Victoria serpientealada surcando sueños de ojos sin cabezas

El Señor que sueña los sueños de un loco llamado Freud
Fenomenología de una flor devorada por sí misma

K en la sinfonía de su fantasioso silencio dorado

E. farolero  de palabras ocultas y cigarros en pasillos negros

Poemas de Arthur Rimbaud

Una Temporada en el Infierno.
(Fragmento)
Rimbaud luego y antes de traficar armas en Abisinia.

Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
Yo me he armado contra la justicia.
Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros!
Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz.
Yo llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las plagas, para sofocarme con sangre, con arena. El infortunio fue mi dios. Yo me he tendido cuan largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota.
Ahora bien, recientemente, como estuviera a punto de exhalar el último ¡cuac! pensé en buscar la llave del antiguo festín, en el que acaso recobrara el apetito.
Esa llave es la caridad. ¡Y tal inspiración demuestra que he soñado!
"Tú seguirás siendo una hiena, etc... declara el demonio que me coronó con tan amables amapolas." "Gana la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los pecados capitales".
¡Ah! ¡por demás los tengo! Pero, caro Satán, os conjuro a ello, ¡menos irritación en esos ojos! Y a la espera de las pocas y pequeñas cobardías que faltan, desprendo para vos, que amáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, unas cuantas páginas horrendas de mi carné de condenado.

Sensación

De Arthur Rimbaud

Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.

Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con una chica,
por los campos , tan lejos como el gitano vaga.

Marzo de 1870