viernes, 13 de agosto de 2010

Himnos a la Noche (extracto) / Novalis

Árbol con Cuervos / Caspar David Friedrich. (1822)

[...]
Avanza horrible espectro hacia los convidados
Y llena su alma toda de un gran terror secreto
Hasta los mismos dioses se sienten conturbados
Ni a llevar calma aciertan al corazón inquieto.
Era misteriosa de esta visión la senda;
No aplacaba su rabia ni súplica ni ofrenda.
¿Sabéis qué era? La Muerte; que esa deshecha orgía
Con dolor y con lágrimas y miedo interrumpía.
Forzado a separarse, al fin, eternamente
de lo que el alma mece en el más dulce encanto,
De todo lo que inspira, con un amor ferviente,
Anhelo infatigable e inextinguible llanto
Al mortal parecía tan sólo reservado
Un sueño mortecino, luchar desesperado.
Del placer, estrellada ya estaba la ola loca
Del hastío infinito en la funesta roca.
Embelleció al espectro queriendo hacerle inerme
La osada fantasía que hasta lo ignoto escarpa;
Un dulce adolescente la luz apaga, y duerme;
Será el fin apacible como el germir de un arpa.
Dilúyese el recuerdo de sombras en raudales:
El canto del destino, tal fue, de los mortales.
Más de la eterna muerte quedó el misterio arcano.
Oh, ¡Muerte! ¡Oh, grave signo de un gran poder lejano!

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